martes, 4 de septiembre de 2012

Entre mosquitos y sueño, escuchaba alarmas

Se esta haciendo de noche y cuando el sol se retire no habrá electricidad en este lugar. La calle es un caos, carteles, techos, arboles desparramados. Chapas que volaron y en los postes se enroscaron. Temporal es algo que es pasajero, que no se viene a quedar. Temporal será la falta de agua, de luz, el desabastecimiento de velas. Sentir que todo esto se va a terminar. Sentir a la naturaleza golpeando sin piedad. ¿Por qué a de tenerla si nosotros le escupimos la cara?
Iré a la cocina antes de que se vaya el sol. Voy a amasar un pan y cocinar sopa mientras espero a la noche serena, virtuosa.
Diecinueve treinta, la luna esta llena y oficia de reflector. El transito en olivera es intenso, se fue el sol y no hay luz. La gente quiere guardarse, imagina que ya andan todos con miedo a la inseguridad, sin luz todo se les puede intensificar. Salgo con el mate a la vereda mientras la sopa se cocina y el pan leva. Los chicos salieron en las bicis a ver si conseguían velas por algún lugar. La luz no esta, solo luna y su claridad. El anochecer se vuelve cielo y una terrible sensación de esquicito primitivismo se apodera de mí. Mosquitos al por mayor, lluvia, sol, humedad. Temporal, quizás de días, quizás de meses. La noche más larga de tu vida. La luz solo la da el sol y decidió que por hoy ya es suficiente, la luna alumbra transparente. Sentimiento de campo y fogón, ser humano deambulando estos días donde el sistema se agoto porque el viento lo golpeo. Un par de días para pensar a nadie le va a venir mal en estos tiempos veloces de la conectividad. No hay electricidad, no hay heladeras. Las vacas se pudren ya muertas en las carnicerías de ituzaingo. Los chinos atienden con velas y la gente se lleva de todo un montón. Mas que nada el agua, la velas, el arroz. Primitivismo capitalista. Hasta que todo reviente del todo.

Entre mosquitos y sueño escuchaba alarmas, bomberos. Algo se quebró y el hermoso caos reino. Abajo del sol, el humano, reconstruyendo pedazos de un sistema agotado y derrotado.
¿Y que podemos hacer ahora?
Fumar un porro, tomar un mate. Todo aconteciendo dentro de este disparate mientras por la puerta de casa pasa una traffic ofreciendo bidones de agua a 10 pesos. Un par de vecinos, abrumados por el aburrimiento por la falta de tele y celular, se juntaron y quieren ir a reclamar. Como si algún funcionario podría darle respuestas de lo que el viento se llevo. El tema de esta sociedad es que todos tienden a delegar. Los políticos venden esa imagen de superan, de gobernabilidad, de superpoderes. Y en estos casos me regocijo de sentirlos tan chiquititos al lado del viento que los llevo a pasear por el cielo, perdidos en su ambición y su indiferencia. Cuando el mambo viene por el lado de lo natural se planta fuerte, real.
Sáquenle la electricidad al pueblo y enloquecerá!
Chocando contra la realidad desbordada, los hijos de la conectividad.
Sáquenle la tele al pueblo y se desinformara!
Preferible estar lejos el día que estalle la ciudad
Es inminente, la señal es ahora, en forma de vendaval. Solo pasaron 48 hs y hay gente sin agua, sin techo, sin mañana. Nosotros esperamos tranquilitos lavando los platos en una olla, tocando la criolla.

La luz la da la luna, el tronco ardiendo es quien genera el calor. Un auto pasa por la avenida y se siente de fondo, un vecino rompe con la armonía. Tiene prendido el generador. Se dio esta situación. Dicho artefacto se volvió la vedette del mercado del consumidor apocalíptico compulsivo. Generador de luz a nafta que tanto ruido provoca. Como si tuvieras un motor de un taunus regulando por horas en la puerta de tu casa. Muchos adquirieron de estos aparatos en estas horas, por esta zona. Edenes de electricidad que ignoran la realidad. Bunkers de personas solas, encerradas y en desvelo escuchando saqueos por el noticiero.
Un grillo canta, la madera acaba de comenzar una hermosa orgia con el fuego. Tambalea una especie ante la lluvia y el viento. Hay que reconciliarse con saberes básicos, amigarse con el suelo. Sembrar para cosechar y podernos alimentar. Aprender a estar sin perjudicar. Descifrar las señales y transitar. Despacio y con ritmo alegre, que dicen que así se llega a la cima (suave, suavecito, no vallas con tanta prisa).

La cabeza revienta y el cielo me retiene. Me pregunto a mis adentros porque pasamos tanto tiempo sin hacer fuego. Me respondo al instante. La alineación electro digital. El aburrimiento, la insoportable levedad disfrazada de conectividad. El acostumbramiento vuelto carne, la resignación material. Hoy flasheaba que estaba de viaje pero acá en el patio. Nadie estaba en su computadora, todos rodeaban al fuego mientras la verdura se cocía. Pinta de ritual, de un gran juego.

2 comentarios:

  1. Buenas, vi su blog en una pared cerca de haedo tomando el ferrocarril Sarmiento. Me paso a dejar un saludo, de más está decir que tiene o tienen un blog excelente.

    Los invito a pasar por el mio para compartir un poco de literatura autogestiva.

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  2. Gran texto. Son esas cosas que el insomnio provocados por mosquitos inspira.

    Saludos.

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