sábado, 16 de junio de 2012

Tendo esto para empezar (2)

Se recortan las palabras que pasan de un lugar a otro. Me despojo de lo amontonado uniendo los cabos de tantas noches andando acelerado. Relajado acomodo los impulsos de mi gramática cargada de presiones y absurdas ambiciones. Le quito el peso a lo hablado. Formo mis propias imágenes con todo el choclo redactado. Hablo como si acá hubiese alguien que esta escuchando. Hola, a vos chabón, el que en este momento lees este renglón. Necesitaba sentarme en la computadora a tipear pero no tenía mucho que decir. Te pido perdón, no lo hice por vos, lo hice por mí. No hay ninguna otra intención dentro de esta oración, solo sentir el fuego de mi estado incendiado, mi juego apalabrado, mi cielo desparramado entre el humo y el carbón. Aferrado a esa sensación de liberación. Imagino el mismo cielo que cuando era un niño, un enano, imagino los arboles festejando con el pasto bien largo. Las ojas charlándole al sol, contándoles del otoño, del cambio de estación. Creció un ser dentro de mí que quisieron nivelar. Predomino un niño eterno con tendencia ingobernable. No estoy ni bien ni mal. Estoy estable. Paradito, frente a este mar de dibujitos distorsionados, creando puentes entre los seres humanos. Tiempos desquiciados. La gente hace lo que dice la publicidad. La publicidad dice lo que la gente hace. Los que trabajan se sienten solos. Los que estudian se sienten solos. Los gerentes se sienten solos. Los maestros se sienten solos. Los panaderos se sienten solos. Cada ciudad es un tapper. En cada cabeza habita un disparate. La plaga deambulando un dosmildoce. Una cantidad insostenible de coches. Me fui a cualquier lado, comencé diciendo todo esto sin intención. Pero me atrapo la fuerza de este renglón que limpia mis arterias tapadas, mi pieza desordenada. Me gusta incendiarme bajo la influencia de lo que puedo llegar a decir. Me gusta ese riesgo, del cual muchas veces escapo pero que hoy disfruto asumir.

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